No todo sucede en la cima. Los márgenes también cuentan historias, tal vez más íntimas, más susurradas. Este sendero lateral, protegido por la sombra de los árboles, parece reservado para quienes buscan un diálogo más privado con lo sagrado.
Aquí las cruces cuelgan de las ramas como ornamentos de un bosque encantado, transformando cada árbol en un altar natural.
Las fotografías se refugian entre las hojas, protegidas del viento y la lluvia. Rostros sagrados que miran desde marcos improvisados: Jesucristo con su halo dorado y barba oscura observa con ojos compasivos desde su refugio de madera, acompañado de santos y vírgenes que han encontrado en este rincón umbrío su pequeño santuario.
Los rosarios de cuentas moradas se mecen con la brisa, marcando un ritmo diferente al del tumulto de la colina principal. Aquí el ruido se apaga, los pasos se vuelven más lentos, las oraciones más pausadas. Es el lugar perfecto para quienes no necesitan multitudes para encontrar a Dios, para quienes prefieren las conversaciones en voz baja a los gritos desesperados.
En la periferia de lo sagrado también crece la fe, tal vez más auténtica por no buscar protagonismo, más profunda por elegir la sombra antes que la luz directa.
(Texto de Claude AI)
Foto hecha con el móvil.
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Kryžių kalnas – Siauliai, Lituania.