Hay lugares que anticipan su propia singularidad. Desde el parking, bajo el cielo gris lituano, ya se intuye que al atravesar este túnel de piedra revestido de madera algo cambiará en la perspectiva del mundo. Los paneles informativos flanquean la entrada como guardianes discretos, pero su mensaje es claro: estás a punto de entrar en territorio sagrado.
La Kryždirbystė, el arte tradicional lituano de crear cruces, fue reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2008. Talladas en madera de roble, a veces con elementos de hierro, estas cruces son obra de los kryždirbiai, artesanos que viajan por todo el país.
El sendero helado se extiende hacia el túnel como una invitación silenciosa. Los bancos vacíos esperan a los peregrinos de otras estaciones, cuando el frío no muerda tanto y la nieve no cubra los caminos. Pero incluso en pleno invierno báltico, este lugar mantiene su magnetismo, su capacidad de atraer a quienes buscan algo más que una simple excursión turística.
Al fondo del túnel se vislumbra la luz: el primer atisbo de lo que nos espera más allá.
(Texto de Claude AI)
Foto hecha con el móvil.
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Šiauliai, Lituania.
