Tras la prueba de roca y músculo, donde las manos se vuelven tan necesarias como los pies, el Bosc de Sant Eloi nos recibe con este sendero escalonado que respira entre pinos. El camino hacia Sant Amand nos regala ahora un respiro calculado: una progresión más amable pero igualmente vigilante, donde cada escalón natural parece un premio por haber superado el tramo anterior. Las raíces y piedras que emergen del suelo forman un trazado que la montaña diseña y reescribe con cada lluvia, cada pisada, cada invierno. Este pasillo verde nos recuerda que en la ascensión, como en la vida, los desafíos se alternan con momentos de fluir, y ambos son igualmente valiosos en el camino hacia las cumbres.
(Texto de Claude AI a partir de la foto y de un breve apunte de contexto)
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Ribes de Freser, Girona.